En la columna de la licenciada Julia Alvarez Iguña trata el caso de Inglaterra vs. Italia. Se enfoca en la producción del equipo inglés y la subestimación del rival ocacional
En la segunda fecha del tradicional torneo de rugby de las Seis Naciones jugado el sábado 13 de febrero entre Inglaterra e Italia, pudimos ver a una Inglaterra en un deslucido y no esperado partido contra el conjunto "azzurro" en particular luego del gran triunfo de los ingleses ante Gales por 30 a 17. Hallamos a un irreconocible equipo con poco despliegue de juego, sin mucha precisión ni ideas claras de ataque. En un muy tibio juego entregó buenas jugadas a cuentagotas, ganando con lo justo a pesar de la desventaja numérica que supuso la "amonestación" del argentino nacionalizado italiano Martín Castrogiovanni, sembrando más de una duda sobre el futuro de este equipo cuando deba enfrentarse a potencias como Irlanda y Francia. Dentro del mundo rugbístico hemos escuchado infinidad de comentarios acerca del porqué de esta actuación. Dentro de la psicología del deporte podemos acercarnos a una clara hipótesis, pensando que Inglaterra salió subestimando a su más débil rival: Italia.
Este es un tema muy frecuente en el mundo del deporte. Siempre se está pensando en el próximo adversario y colocándolo en un lugar imaginario, lo que lleva a que inconscientemente nos vayamos preparando para salir a jugar en ese lugar fantaseado. Sería bueno pensar: ¿En qué lugar ponemos al adversario, y en qué lugar nos colocamos nosotros? Más allá del rival, un equipo ganador no es aquel que se mide con el adversario en cuanto a quién tiene más que el otro, sino en el que sabe salir a jugar con mayor ventaja psicológica jugando con claridad de juego, con fortaleza mental y centrado en el nosotros más que en el rival. Cuando se sale subestimando al adversario, cuando se cree que es muy fácil, decae la atención y rápidamente puede darse vuelta un partido. Los distractores en el deporte pueden ser muchos y principalmente lo que más falla es el proceso de atención selectiva. La atención selectiva es la capacidad para responder a los aspectos esenciales del juego, a diferencia de la atención espontánea que es la que va saltando de estímulo en estímulo, perdiendo la capacidad de concentración en un 100%.El exceso de confianza ante un rival, produce una falsa seguridad de sí mismo, un auto-engaño basado en resultados anteriores que actúa como mecanismo de defensa para sostener al “Yo” ante la futura presión. Por eso es que se sale más relajado a la cancha ya que surge de antemano una idea de no esfuerzo ante la lucha, debida a la supuesta facilidad del encuentro. Es así que la atención no se encuentra focalizada plenamente en el partido, y ante una jugada peligrosa del rival cuesta concentrarse en la acción, ya que los procesos atencionales deben estar a punto, y en este caso, llegan retrasados o llegan tarde. Surge la confusión y la descoordinación. Cuando un equipo está tan centrado en el “nosotros” pierde de vista las sorpresivas jugadas del otro. El atleta requiere estar concentrado en el presente de su partido y no en el juego del adversario como una de las condiciones para una mejor ejecución. Francisco García Ucha, psicólogo Doctor en Ciencias Psicológicas, señala la sobrevaloración como una vivencia negativa de éxito y considera sumamente importante poder formar una exacta apreciación y actitud hacia los rivales. Un estado de ánimo óptimo, una autovaloración adecuada, una estimación real de las posibilidades del equipo al que se pertenece con sus fortalezas y debilidades, y una valoración aproximada del equipo contrario y sus posibilidades. Pero nunca debemos olvidar que todos los equipos contrarios son rivales y el resultado depende de las fortalezas de cada grupo y no de las imaginarias debilidades del rival. Nunca se puede pensar que es fácil ganar antes del encuentro competitivo a pesar de que la mente nos envíe señales. Por otro lado, dentro de la teoría de la motivación humana, tenemos que tener en cuenta que cuando un equipo se encuentra en una ligera desventaja genera un punto de referencia para esforzarse más, activarse en su 100% y con todos los sentidos focalizados en el partido. Estar en ligera desventaja puede ser bueno para poder salir a jugar con más hambre de gloria. El tema de la valoración de los contrarios y de sí mismo produce cambios emocionales que influyen en el rendimiento. Se debe considerar a todos los rivales como iguales más allá del supuesto nivel de maestría. Esta percepción influye en el rendimiento quitándonos de antemano la posibilidad de demostrarnos mejores. Esa omnipotencia del otro nos “achica”, como vulgarmente se dice, y “arrugamos”. Cada día es un desafío, cada oportunidad es un desafío, cada partido es un desafío, cada rival es un desafío. No debemos permitir que influya en nuestro juego el imaginario que poseemos del equipo del “próximo partido”: ¡Es mejor que nosotros! ¡Nunca le pudimos ganar! ¡Van primeros en la tabla! ¡Juega tal jugador! Un equipo puede tener mucho deseo, pero si no hay motivación, si no hay voluntad, me quedo en el motivo y por mucho que arenguemos en el vestuario no tendrá ningún valor pues nos quedaremos en las palabras sin poder bajarlo a los hechos. Si no queremos desperdiciar los momentos previos al partido y sacar lo positivo de ese tiempo, no necesitamos pensar en quién tenemos en frente. El poder no se da ni se cede, se construye entre quince. Podremos ir perdiendo en alguna ocasión, pero eso no significa ser perdedores, ya que el futuro está lleno de posibilidades para quien se considera seguro en sus propias capacidades. Lic. Julia Alvarez Iguña Psicología aplicada al Alto Rendimiento FUENTE:http://www.rugbytime.com/ |
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