viernes, 26 de febrero de 2010

LEER MUY IMPORTANTE PARA CADA UNO DE NOSOTROS!

¿En que lugar nos posicionamos ante un imaginario rival?
En la columna de la licenciada Julia Alvarez Iguña trata el caso de Inglaterra vs. Italia. Se enfoca en la producción del equipo inglés y la subestimación del rival ocacional

En la segunda fecha del tradicional torneo de rugby de las Seis Naciones
jugado el sábado 13 de febrero entre Inglaterra e Italia, pudimos ver a
una Inglaterra en un deslucido y no esperado partido contra el conjunto
"azzurro" en particular luego del gran triunfo de los ingleses
ante Gales por 30 a 17.

Hallamos a un irreconocible equipo con poco despliegue de juego,
sin mucha precisión ni ideas claras de ataque. En un muy tibio juego
entregó buenas jugadas a cuentagotas, ganando con lo justo a pesar
de la desventaja numérica que supuso la "amonestación" del argentino
nacionalizado italiano Martín Castrogiovanni, sembrando más de una
duda sobre el futuro de este equipo cuando deba enfrentarse a potencias
como Irlanda y Francia.

Dentro del mundo rugbístico hemos escuchado infinidad de comentarios
acerca del porqué de esta actuación. Dentro de la psicología del deporte
podemos acercarnos a una clara hipótesis, pensando que Inglaterra salió
subestimando a su más débil rival: Italia.

 Reuters
Foto: Reuters

Este es un tema muy frecuente en el mundo del deporte. Siempre se
está pensando en el próximo adversario y colocándolo en un lugar
imaginario, lo que lleva a que inconscientemente nos vayamos
preparando para salir a jugar en ese lugar fantaseado.

Sería bueno pensar: ¿En qué lugar ponemos al adversario, y en qué
lugar nos colocamos nosotros? Más allá del rival, un equipo ganador
no es aquel que se mide con el adversario en cuanto a quién tiene más
que el otro, sino en el que sabe salir a jugar con mayor ventaja psicológica
jugando con claridad de juego, con fortaleza mental y centrado en el
nosotros más que en el rival.

Cuando se sale subestimando al adversario, cuando se cree que es muy
fácil, decae la atención y rápidamente puede darse vuelta un partido.
Los distractores en el deporte pueden ser muchos y principalmente lo
que más falla es el proceso de atención selectiva.

La atención selectiva es la capacidad para responder a los aspectos
esenciales del juego, a diferencia de la atención espontánea que es
la que va saltando de estímulo en estímulo, perdiendo la capacidad
de concentración en un 100%.El exceso de confianza ante un rival,
produce una falsa seguridad de sí mismo, un auto-engaño basado
en resultados anteriores que actúa como mecanismo de defensa para
sostener al “Yo” ante la futura presión.

Por eso es que se sale más relajado a la cancha ya que surge de
antemano una idea de no esfuerzo ante la lucha, debida a la supuesta
facilidad del encuentro. Es así que la atención no se encuentra focalizada
plenamente en el partido, y ante una jugada peligrosa del rival cuesta
concentrarse en la acción, ya que los procesos atencionales deben
estar a punto, y en este caso, llegan retrasados o llegan tarde.
Surge la confusión y la descoordinación. Cuando un equipo está tan
centrado en el “nosotros” pierde de vista las sorpresivas jugadas
del otro. El atleta requiere estar concentrado en el presente de su
partido y no en el juego del adversario como una de las condiciones
para una mejor ejecución.

Francisco García Ucha, psicólogo Doctor en Ciencias Psicológicas,
señala la sobrevaloración como una vivencia negativa de éxito y considera
sumamente importante poder formar una exacta apreciación y actitud
hacia los rivales. Un estado de ánimo óptimo, una autovaloración adecuada,
una estimación real de las posibilidades del equipo al que se pertenece
con sus fortalezas y debilidades, y una valoración aproximada del equipo
contrario y sus posibilidades. Pero nunca debemos olvidar que todos
los equipos contrarios son rivales y el resultado depende de las fortalezas
de cada grupo y no de las imaginarias debilidades del rival. Nunca se
puede pensar que es fácil ganar antes del encuentro competitivo a pesar
de que la mente nos envíe señales.

Por otro lado, dentro de la teoría de la motivación humana, tenemos que
tener en cuenta que cuando un equipo se encuentra en una ligera
desventaja genera un punto de referencia para esforzarse más, activarse
en su 100% y con todos los sentidos focalizados en el partido. Estar en ligera
desventaja puede ser bueno para poder salir a jugar con más hambre de
gloria.

El tema de la valoración de los contrarios y de sí mismo produce cambios
emocionales que influyen en el rendimiento. Se debe considerar a todos los
rivales como iguales más allá del supuesto nivel de maestría. Esta
percepción
influye en el rendimiento quitándonos de antemano la
posibilidad de
demostrarnos mejores. Esa omnipotencia del otro
nos “achica”, como
vulgarmente se dice, y “arrugamos”.

Cada día es un desafío, cada oportunidad es un desafío, cada partido
es un desafío, cada rival es un desafío. No debemos permitir que
influya en nuestro juego el imaginario que poseemos del equipo
del “próximo partido”: ¡Es mejor que nosotros! ¡Nunca le pudimos ganar!
¡Van primeros en la tabla! ¡Juega tal jugador!

Un equipo puede tener mucho deseo, pero si no hay motivación,
si no hay voluntad, me quedo en el motivo y por mucho que
arenguemos
en el vestuario no tendrá ningún valor
pues nos quedaremos en las palabras
sin poder bajarlo a los hechos.
Si no queremos desperdiciar los momentos
previos al partido
y sacar lo positivo de ese tiempo, no necesitamos pensar
en quién tenemos en frente. El poder no se da ni se cede, se construye
entre quince. Podremos ir perdiendo en alguna ocasión, pero eso no
significa ser perdedores, ya que el futuro está lleno de posibilidades
para quien se considera seguro en sus propias capacidades.

Lic. Julia Alvarez Iguña
Psicología aplicada al Alto Rendimiento


FUENTE:http://www.rugbytime.com/

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