miércoles, 21 de julio de 2010
Proxima Fecha
Duendes vs. Universitario SF, en barrio Las Delicias, Rosario
Arbitro: Mauro RiveraSanta Fe RC vs. Gimnasia, en Sauce Viejo, Santa Fe
Arbitro: Diego DlugovitzkyJockey Club vs. CRAR, en barrio Fisherton, Rosario
Arbitro: Javier VillalbaCRAI vs. Universitario, sobre Autopista, Santa Fe
Arbitro: Jorge Caino.
Las posiciones
Duendes 20
Gimnasia y Jockey 12
Universitario 11
Santa Fe RC 9
CRAI 8
Universitario SF 4
CRAR, 2
sábado, 17 de julio de 2010
FELICITACIONES!
Suerte chicos!
viernes, 9 de julio de 2010
Nota del Chiqui Taverna!
Puede ser el inicio del nuevo ping pong de la pag! Si si arranca el ping pong a quema ropa!!!
http://desdeadentrorugby.com/?p=786
Perfil: Mariano Taverna
Mariano Taverna, el experimentado segunda línea santafesino que tiene el SIC, hoy en Perfiles.
Edad y camada: 28 años, camada 1982
Peso y altura: 117 kg y 1.92 mts
Equipo de futbol: Colon de Santa Fé
Posicion: Segunda Línea
Posición que te gustaría jugar: Octavo, pero me gusta mas de segunda
Un jugador en tu puesto: el dúo de Sudáfrica, Botha y Matfield
Un partido: SIC-CASI, año 2006; con toda mi familia y mi mejor amigo afuera la cancha.
Titulos obtenidos: Dos nacionales de Clubes con el SIC, 2006 y 2008
Un ídolo: Santiago Bañarol
Una frase: Mas vale pedir perdón que permiso
Una canción: Vencedores Vencidos (redondos)
El mas chanta del equipo: paso
El mas mentiroso: paso
El mas borracho: paso
Con quién te sentís mas cómodo en la cancha: Con la mayoría que me tocó jugar me sentí cómodo
Una noche: La que viene
Un boliche: Minna en Santa Fé
Otro deporte que no sea el rugby: Fútbol, mucho huevo y poca calidad.
Un tercer tiempo: El cuarto tiempo de Uni de Santa Fé
Lo mejor que te dio el rugby: Los amigos
Lo mas loco que hiciste por el rugby: Venir a Buenos Aires
Una anécdota: Apenas me vine a Buenos Aires, volviendo de un entrenamiento me quedé solo y me perdí, no sabía como llegar a mi casa ni donde quedaba; después de un par de vueltas pegué rumbo y llegue sano y salvo.
Nota del Ciego en pag de rugby
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jueves, 1 de julio de 2010
HONOR A LOS GORDOS
Por NICANOR GONZALEZ DEL SOLAR
Por Nicanor González del Solar
El rugby, en el siglo XXI, tiene bastante difusión en nuestro país. Los principales diarios siguen los certámenes con asiduidad, varias radios transmiten partidos y, en los últimos años, se agregó la computadora, con páginas como la que escribo. Pero, sobre todo, fue la televisión la que hizo familiar este peculiar deporte a muchísimos compatriotas que ignoraban al juego de la pelota ovalada.
No era sencillo trabajar como periodista de rugby en la década del ´60, pues las posibilidades de contar con un espacio amplio era una quimera. Me refiero, principalmente, a los medios escritos. Sólo el antiguo Canal 7, el único que existía, ponía en el aire algunos cotejos, gracias al empuje de dos fantásticos hombres de prensa: Eduardo Maschwitz y Mario Posse Romero. Cuando los escuchaban, las gigantescas cámaras y el todavía más grande camión de exteriores se trasladaban al Club de Gimnasia y Esgrima ( donde jugaba el Seleccionado Argentino), a CASI, a Belgrano o a Olivos( elegidos porque no distaban mucho de Canal 7)y la onda permitía la transmisión de las imágenes.
Gracias a Mario Posse Romero ingresé, en 1969, al diario La Prensa, donde comencé a escribir sobre el juego de mi padre y el que inculcó a mis hermanos y a mí. Después, la fortuna me permitió ampliar mi campo: me incorporé a la revista El Gráfico ( junto con La Nación, La Prensa y, en menor medida, Clarín, eran los únicos medios impresos que prestaban atención al rugby); más tarde ingresé a Radio Rivadavia, donde el famoso relator de fútbol, José María Muñoz , quiso contar con un especialista en esta disciplina completamente extraña para él.
Por último, la televisión por cable: nació en San Isidro(Cable Visión se instaló en un radio muy corto del centro de la ciudad colonial) . Al año siguiente irrumpió Video Cable Comunicación, quien se propuso poner en el aire- los lunes- el mejor encuentro del fin de semana. Ellos me eligieron como relator-comentarista, por ser un ex Puma, hombre del Atlético de San Isidro , periodista y vecino de esa localidad. Desde VCC “penetramos” en muchos hogares que no estaban familiarizados con scrums, montoneras y volantes (así se llamaban antes de que incorporáramos los conceptos “ruck” y “maul”). Entonces comenzó la verdadera difusión.
Si algo llamaba la atención a los periodistas que desconocían al rugby era el scrum. No comprendían por qué ocho grandotes, llamados cariñosamente “Los gordos”, se agruparan y, unidos, chocaran contra otra formación semejante. No concebían que esos “gordos” rara vez tenían la pelota en sus manos y se conformaban con empujar, caerse, tacklear y habilitar a los “ágiles”, los backs, quienes corrían, efectuaban pases y concretaban los tries.
Me costaba mucho hacerles entender a mis compañeros de redacción que el scrum era casi la esencia del rugby. La muestra cabal de un juego asociado, solidario, sacrificado, donde los pesados trabajaban para que los más hábiles marcaran puntos. Les decía a los futboleros, principalmente, que el rugby era el deporte democrático por excelencia, aunque para ellos era uno de los más aristocráticos, porque lo practicaban, preferentemente, estudiantes de escuelas privadas o de universidades.
Les explicaba esta característica: el rugby permite que jueguen los altos, los petizos, los flacos y- por suerte - los gordos. Todos tenían un lugar en la formación y todos cumplían un rol importante. Para aclararles la descripción les contaba de dónde había salido el scrum y por qué un equipo tenía 15 jugadores, divididos en dos: los forwards (delanteros) y los backs ( medios o nexos, centros, wingers - los de las puntas- y, el full back, el de más atrás) . Sólo comprendían cuando les detallaba que la estructura humana del rugby copiaba a una unidad de los regimientos de los soldados ingleses: la infantería ( forwards) y la caballería (backs).
Los más observadores de mis interlocutores objetaban: “si copian a la infantería, ¿ para qué se agrupan, se agachan y chocan hombros y cabezas con los rivales?” La respuesta estaba en la costumbre de los colegios de varones que, en los recreos, armaban una cinchada(en inglés se llama “Tug of war”). Cuando se establecieron las primeras reglas fijas, se pensó en dar una ventaja leve al que no cometía una infracción grave. Por ejemplo, resolvieron que la pelota debía pasarse para atrás. Si alguno habilitaba a un compañero y le daba la “ovalada” hacia adelante, el referí cortaba el movimiento y otorgaba un scrum favorable al equipo que no había cometido la falta . ¡Ah! La cinchada (utilizaba a veinte o treinta muchachos en los colegios) se redujo a ocho hombres(los neocelandeses utilizaban siete: esto lo explicaré en la segunda parte) : primeras, segundas y terceras líneas.
Por imitar a una diversión varonil en las escuelas nació el scrum, la mezcla de hombres (“melée” en francés) . También surgieron los más esforzados, los que dejan el alma sin buscar lucirse. Los primeras líneas- los gordos- saben que su vigor, su disciplina y su esfuerzo apuntan al bien del equipo. Durante gran parte de la historia del rugby, los pilares y el “hooker”(el que engancha la pelota) eran anónimos. Cumplían sus tareas con la admirable intención de aportar algo para el equipo, aun cuando pasaran inadvertidos. El lucimiento quedaba para los backs, los flacos elegantes, ágiles, rápidos, habilidosos. Claro que, para que ese equilibrio se lograra y “la caballería” llegara al try, necesitaba de los gordos.
Hasta acá he procurado explicar cómo se incorporaron los individuos robustos al juego de rugby. Ellos, como los espigados, merecen aplausos. ¿Quiénes son y quiénes han sido los primeras líneas más brillantes de la historia? De ellos nos ocuparemos en la siguiente nota.
En la primera nota sobre “los gordos”, los primeras líneas del rugby, hice hincapié en la impresión que esta peculiar formación del rugby causó a colegas de prensa, que desconocían nuestro deporte. Pedimos “honores” por la idiosincrasia de los pilares y hookers, quienes son felices cuando contribuyen con su esfuerzo, su sacrificio y su humildad al éxito de un equipo.
El rugby solucionó un problema de los colegios, pues no todos los muchachos (ahora las chicas)tenían cabida en el fútbol, el hockey, el atletismo, el básquet. Los pesados, los “lungos” y los petizos quedaban afuera y se frustraban. El juego de los tackles, por el contrario, recibe con los brazos abiertos a todos los físicos de los seres humanos.
Cuando los organizadores de esa variante del fútbol, nacida en el Colegio de Rugby, establecieron las primeras reglas incorporaron al scrum, como una adaptación de la cinchada (ya expliqué que, en inglés, se denomina “Tag of War”)con la intención de dar un castigo menor al equipo que cometió una infracción leve.
Al principio eran 20 ó 30 por bando. Pero, después, redujeron el número de participantes en esa alternativa de poner en juego a la pelota. Como un símil de la estructura de un regimiento, los de la cinchada fueron “forwards”, es decir, la infantería, los esforzados soldados que iban al frente en una batalla.
Se optó por ocho protagonistas, con una distribución 3-2-3: tres primeras líneas; dos segundas y tres terceras que empujaban en la misma posición, aun cuando los de afuera dejaban un hombro libre. Esta modalidad fue muy popular en los británicos de la primera época.
Pero los neocelandeses prefirieron armar su “scrum” con siete. ¿Por qué? Porque tenían un lanzador que arrojaba la pelota al medio de los primeras líneas y, atrás, a un receptor, que la tomaba más rápido que el oponente. Esa alternativa de los All Blacks se describe con este esquema: 2-3-2. Fue la que utilizaron los célebres equipos de 1905 y 1924, quienes sólo perdieron un partido, tras disputar 67 encuentros y test-matches.
Esos rugbiers de “ Las Antípodas” creían en la eficacia de su esquema(dos primeras, tres segundas y dos terceras líneas) porque les daba éxitos. No compartían esa modalidad los australianos y, sobre todo, los sudafricanos. Estos últimos contaban con un “pensador” de la teoría del rugby, llamado A.F. Markotter, que prefería esta integración de los delanteros: 3-4-1; ocho en total. Dos pilares y el “hooker” adelante; alas y segundas líneas detrás que apoyaban sus hombros en las colas de los de adelante. El de más atrás era el N°8, o centro tercera línea, que colocaba sus hombros en los glúteos de los segundas líneas.
Esta formación fue la que prevaleció en el tiempo y es, en definitiva, la que se utiliza ahora, aun cuando, cada tanto, un wing-forward pone su hombro en la cola de un segunda línea para organizar un ataque con su N° 8. Los “gordos”, los tres de la vanguardia de la formación , siempre han mantenido su tarea: empujar y taconear la pelota hacia atrás. Desde los primeros tiempos, se estableció su esencia: esforzarse para que otros se luzcan.
La discusión de los estilos para la formación del scrum terminó en 1932, cuando se determinó que la pelota podía ser “hookeada” o enganchada sólo después de pasar tres pies de la primera línea. Por supuesto, esta regla destrozó la modalidad neocelandesa. Según expresa Keith Quinn, autor de la “Enciclopedia del Mundo del Rugby” los rugbiers de la tierra de los Kiwis tardaron 20 años en adaptarse a la forma 3-4-1.
Resuelta la estructura, con el correr del tiempo se incorporaron otras alternativas. Al principio, los pilares empujaban y el del medio, el “hooker”, enganchaba la pelota. No se permitía que los primeras líneas que sostenían al “talonero”(así le dicen en Italia y Francia)empujaran la pelota. Con el transcurso de los años, eso se modificó porque creció otro concepto: salida rápida de la pelota para que no se produjeran caídas de los primeras líneas.
En las décadas iniciales, los pilares tenían prohibido sostener o levantar a los que saltaban, en general segundas o terceras líneas. Esa regla era absurda porque los que se elevaban en la hilera, llamado en inglés “line” ( nosotros mantenemos esa palabra británica) quedaban desprotegidos y, si los tocaban en el aire, caían malamente y se lesionaban. Por suerte, los legisladores de este deporte comprendieron que era más seguro apuntalar a los que buscaban la pelota y no tenían sus pies sobre el terreno.
No hace mucho se permitió algo más: sostener y levantar a los que buscaban el cielo. De tal modo, los pilares incorporaron otra tarea más: poner más vigor para que no se caiga el que sube y, simultáneamente, ayudar a su salto. Por supuesto, esos estoicos primeras líneas quedan abajo, sin que nadie advierta su dinámica y su coordinación para que el “lungo” tome bien arriba la pelota.
El hooker también evolucionó. Durante todo el siglo XIX y gran parte del XX, su tarea se reducía a enganchar la pelota en los fijos, los scrums. Lo importante era que taconeara la pelota para atrás. No importaba que se colgara de sus pilares ni que sacara la pierna hasta la boca de la formación. Eso fue lo que hice yo, durante mis 20 años como “hooker”. El “swing” del primera línea centro era admitido, aunque se colgara y desarmara la formación. No se prestaba mucha atención a esa irregularidad: al sacar la cadera y dejar de sustentarse sobre sus pies, la estructura del scrum desaparecía y se producían derrumbes que, cada, tanto, se transformaban en lesiones.
Por recomendaciones de los médicos, se estableció que el “hooker” tenía que tomar a sus pilares por encima de los hombros de sus compañeros(nosotros poníamos los brazos por debajo, para tener más suelto el cuerpo y colgarnos)y era una infracción grave liberar los dos pies o bajar la cadera para buscar la pelota.
Hasta los años ´70 del siglo XX, el lanzador de la pelota a los “lines” eran los wingers, los punteros. El hooker se quedaba entre la línea que limita la cancha y la raya cortada que se pone a cinco metros(antes utilizábamos las “yardas” inglesas. Medida que, todavía, aplica el hockey sobre césped). Sólo en los “sevens”, el hooker lanzaba la pelota a la hilera de dos delanteros(todavía recuerdo cuánto me costaba dirigir la pelota al hombre elegido).
Algunos técnicos innovaron: ubicaron a los wingers más atrás, para que pudieran ayudar al full-back, y resolvieron que fuera el hooker quien lanzara la pelota. Otra tarea más para ese delantero que tenía que sumar precisión y poner la pelota en la posición indicada por su medio-scrum.
Los franceses, siempre dispuestos a innovar, prefirieron que fuera el N° 9, el medio scrum, quien lanzara la pelota al line y, sin demoras, se ubicara delante de sus forwards. Así mantenían al hooker en la “boca” del line y al winger detrás. Entre nosotros, Hindú Club prefirió esta alternativa y, hasta ahora , la aplica(Nicolás Fernández Miranda es un experto lanzador).
Como se advierte, los “empujadores” de la cinchada inicial son hombres claves en la estructura de un equipo de rugby. Pero, a pesar de su participación más activa(va de suyo que, en el tercer milenio, gravitan en los ataques y, sobre todo, en las formaciones espontáneas: rucks y mauls), el primera línea no perdió su humildad: empuja, soporta el peso de los saltadores, se agrupa y protege a quien posee la pelota; todo ellos sin lucirse, pasando inadvertido.
¿Cuál es su alegría y su premio? Contribuir a que sus compañeros marquen puntos, tengan posesión de pelota y, sobre todo, nunca queden solos, gracias a la protección de esos primeras líneas.
Por todo esto, honor a los “gordos”, mis hermanos pilares y hookers.